Una miaja de mi

08 December 2006

La hormiguita Elvitica

Érase una vez
una hormiguita muy trabajadora, llamada Elvitica, que se dedicaba todo el año a guardar comida para cuando la necesitara.

Su única preocupación era conseguir la máxima cantidad de provisiones y de mejor calidad, ya que como ella decía "nunca se sabe cuándo la vas a necesitar". Elvitica era la que conseguía las provisiones más superchulas de todo el hormiguero y ella estaba muy orgullosa de ello. Además, siempre estaba atenta a otras hormiguitas por si alguna de ellas conseguía un manjar y le ganaba en calidad.

Pero claro, para conseguir tal cantidad de comida, la hormiguita dedicaba muchíiiiiiiiisimo tiempo. Era tanto tiempo el que necesitaba, que ya no hacía lo que hace una hormiga normal y corriente. Se había convertido en otro bichito pero con cuerpo de hormiga.

Su papá y su mamá la echaban de menos en casa porque por ahí hacía tiempo que no se pasaba. Sus amigas no entendían por qué pasaba de ellas. Sus vecinas la veían como un bicho raro y la criticaban a sus espaldas (cosas de vecinas). Elvitica sabía todo esto, pero ella estaba muy orgullosa de su trabajo y creía que la gente pensaba eso por pura envidia.

Conforme pasaban los días, se obsesionaba más y más con sus provisiones. El tiempo que le quedaba libre no lo usaba para seguir con su formación de hormiga o estar con su familia. Se dedicaba a ordenar su comida por fecha, por sabores, por colores, por olores... o si no, a espiar a otras hormigas recolectoras. Ella quería ser la mejor a costa de todo.

Poco a poco se corrió la voz por todo el hormiguero de cómo era Elvitica en realidad. Perdió las pocas amigas que le quedaban, dejó de ser querida por los miembros del hormiguero y perdió todos sus derechos como hormiga.
-Bueno, no me importa -pensaba Elvitica- sigo siendo la mejor del hormiguero.

Un día, pasó por ahí una legión de termitas hambrientas guiadas por el olor de tal cantidad de provisiones. Las hormigas guardianes avisaron a las hormigas soldado para asegurar cada casa del hormiguero, se ayudaron entre todas. Pero cuando llegaron a la casa de Elvitica, las hormigas soldado la pasaron por alto.
-¡Mi comida! ¡Mi estupenda comida! ¡Ayudadme, que se la comen toda! -gritaba desesperadamente Elvitica al paso de las termitas.

Tras el ataque de las termitas todo volvió a la normalidad. Todo excepto la casa de Elvitica, que ahora estaba vacía, sin ninguna provisión. Se quedó sin provisiones estupendas y sin manjares exquisitos, pero también se quedó sin amigas para jugar, ni vecinas para criticar, ni familia con la que estar.

Y colorín colorado, esta fábula se ha acabado.

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